Buenas tardes, aquí mi historia: La nevera de Alessia murió con el último apagón. Una vieja amiga que, agotada por la inestabilidad de la luz, simplemente dejó de funcionar. Con sus pocos ingresos, reponerla era un sueño lejano; perder la comida, una realidad inmediata. Tras días de angustia, Alessia encontró una solución provisional: un congelador pequeño. Era mucho más económico que un refrigerador completo y le permitiría salvar la compra semanal. El problema era el costo, aún así elevado. La salvación vino con Cashea. Pudo financiar el congelador en cuotas que sí podía pagar. Al día siguiente, el pequeño aparato estaba en su cocina, zumbando con promesa. Ya no era un muro de hielo, sino un símbolo de resistencia. Mientras organizaba sus bolsas de comida congelada, Alessia sonrió. Era un paso pequeño, pero crucial. Ahora, con su comida a salvo, su meta estaba clara: seguir trabajando duro para que, muy pronto, ese congelador temporal le dé paso a una nevera grande y reluciente.